martes, 28 de noviembre de 2017

Violencia obstétrica. Mi experiencia.

Me ha costado seis largos años definirlo como tal.
Yo a mi hija no la parí, me la arrancaron.

Puede que cuando más consciente fuese de que mi primer parto fue de todo menos idílico, fue cuando tuve el segundo. Porque señores míos, cada parto es un mundo, si. ¿Pero tanto?.

Con mi primer parto todo empezó mal, intervención desde el principio. Era primeriza y parece que eso lleva impreso chute de oxitocina como coctel de bienvenida, para que vayas sintiendo en tus entrañas lo que es partirte en dos.

Pero callas. Es así. O no. Pero no lo sabes.

A cada poco empiezan a entrar médicos, residentes, y casi algunos afincados en Madrid y alrededores para hacerte tactos innecesarios, porque no, no son necesarios cuando todo lleva su curso, y porque es molesto, intimidante, y poco oportuno meter la mano ahí cada dos por tres. Pero oye, ellos están aprendiendo, los residentes, y tu cuerpo ha pasado a ser donado a la ciencia para ser parte de ese aprendizaje. "Si tocas allí esta la cabeza, mete más la mano, aun esta arriba, mira te lo dejo bien para que lo toques tú, que posición crees que tiene? creo que esta en posición...."

¿¿Hola??,¿ Alguien me escucha?,¿queréis sacar a toda la corte celestial que me habéis metido dentro?.
 
Luego llega la matrona, te vamos a poner la epidural, y luego no podrás moverte.

Fantástico, voy a parir sin tener fuerzas de cintura para abajo, sincronizada como en natación, mientras alguien dirige mis pujos, y yo tengo que intuir que ahora es cuando tengo ganas de empujar.
 
Volvemos a ver desfilar por la habitación a toda la procesión del santo entierro para meter mano de nuevo allí, que mas que una niña parecía que traía al mundo a los cuarenta ladrones de Alibaba.

"Te vamos a hacer unos masajes para que dilates mas rápido". Y masaje en mi idioma es algo agradable, placentero, quizás para relajarme.
Ingenua.
Yo con la epidural en mi cuerpo no sentía nada...en ese momento.
Dos meses recordé después a la señora y su masajito, de el hematoma que me ocasiono, siendo nada delicada, pareciendo que trataba con ganado en vez de con una mujer. Recuerdo a las enfermeras de planta, asombrarse al otro día de lo que me habían hecho. Otro proceso que podía haberse evitado, pues ya llevaba yo mis correspondientes meses echándome aceite de rosa de mosqueta para la elasticidad, que una primeriza se compra todo lo que le recomiendan y más, no necesitaba el masaje macabro que me hizo la señora.
 
Empuja, empuja...mientras la señora y su masaje hace que la niña medio asome.
Gracias señora, la niña ha coronado si, y por ahí puede salir ahora la niña con su corona y toda la corte de damas.
 
Una vez en paritorio, sin fuerzas, sin poder beber ni un sorbo de agua, solo pudiendo mojarme los labios con una gasa mojada, muy tercermundista todo, ya no tengo fuerzas ni para abrir los ojos.

Un momento tan bonito solo deseaba que acabase con mi niña en brazos y no ver a nadie mas.
 
Empuja, así no, ahora, empuja, empuja...nada no sale.
No te asustes van a entrar un grupo de médicos a valorar que hacemos.

Que me voy a asustar, aquello parece la boca del metro.
 
Nada, vamos a tener que hacer un parto instrumental.
Con fórceps.

Dios bendito de mi vida. casi nada.
La imagen que se te queda en la retina es espantosa. Recuerdo como ponían plásticos por todos sitios.. anunciaba sangría, y yo era la protagonista. Miraba a la puerta por si entraba en algún momento el tío con la moto sierra.

Jamás olvidare esas palas metálicas, como pinzas de cocina enormes, y a esa señora ginecóloga, bestia como ella sola, que tiraba de la cabeza de mi niña como a la que se le ha metido un balón en una reja.

No fui consciente del daño que le podían haber ocasionado a mi hija en ese momento.
Si soy consciente,no se que hubiese podido hacer sin sentir las piernas.

Gracias a quien sea,a ella misma,por su fortaleza,no le paso nada y nació sana y salva.
Bueno no nació, me reitero, porque mi hija no nació, me la arrancaron.

Y con ella veintitantospuntos después.
Y un desgarro grave,de piel,y de músculo.
Salí de allí con una cornada de tres trayectorias.

Y para que ya quedase bonito del todo...por que había que rematar la faena y ya que era la primera vez probase un poco de todo para no querer repetir en mi vida. Un legrado, si, por que rompieron la placenta.
Que alegría, que alboroto, me ha tocado el perrito piloto.

Gracias a esta pandilla, que no respeto mi momento, que serian buenos profesionales pero poco humanizados, estuve casi tres meses, con sus ochenta días y ochenta noches, sin poder sentarme en una silla, en el sofá, en el coche, sin poder andar sin marearme, sin poder dar largos paseos, sin poder coger a mi hija las primeras semanas de pie, sin poder bañarla,perdiéndome biberones, cambios de pañal, etc, etc.
Rota por fuera y por dentro.
Con secuelas físicas, y psicológicas que sólo el tiempo hace que superes, pero no olvides.
Porque no era así,no tenia que ser así.
Porque al final sientes que te robaron tu momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario